Han pasado 13 años desde que Anna y Elsa fueron a la montaña. La familia se trasladó a otra parte diferente de Arendelle, muy lejos de la montaña, temiendo que la barrera pudiese un día desaparecer y el dragón pudiera abrirse paso, y llevarse a Elsa. Se mudaron más al sur, donde nevaba todos los años sin falta; el rey y la reina pensaron que eso podría ayudar a la mente de Anna, sin embargo ella aún recordaba el ataque del dragón. Era lo único que sus padres deseaban que fuera borrado también de su memoria.
Elsa fue separada de su hermana, temiendo a que pudiera herirla otra vez. Todas las ventanas, cerrojos e incluso las puertas del castillo se cerraron del mundo exterior. Elsa nunca se perdonó por haber causado el ataque del dragón, ni por herir a Anna. Se ocultó, y se negó a sentir, pues sus poderes se hacían más fuertes con sus emociones. Como el troll chamán había predicho, su magia se hizo más fuerte a medida que ella crecía, al igual que su miedo; por mucho que intentara contenerlo, solo empeoraba. Siempre se preguntó a sí misma ¿Qué ocurrirá cuando se convierta en reina?... ¿la tomarán en serio? ¿Se volverán contra ella? ¿Estará sola el resto de su vida? Con el corazón lleno de tristeza, Elsa cargó con el pensamiento de aceptarlo, sabiendo que estaría sola. Su familia aún así la quería, especialmente su padre. Veló por ella, asegurándose de que controlara su miedo, y que pronto pudiera ser lo bastante fuerte para controlar sus poderes, y derrotar al dragón, pensando que era la única manera.
Pero Elsa ya no tuvo el valor para enfrentarlo, sino para evitarlo… ocultarlo… y ser la chica ideal que siempre debía ser.
# # #
La noticia había llegado… el rey y la reina de Arendelle habían muerto. Zarpaban hacia uno de sus aliados del sur de España. Pero su barco lo sorprendió una terrible tormenta, haciendo que el barco volcara y se hundiera… no sobrevivió nadie. Elsa y Anna se quedaron con el corazón destrozado, sintiendo que ya no les quedaba a nadie… incluso para Elsa… sin su padre para guiarla, ni su madre para calmarla… su corazón temblaba con dolor y miedo. Estaba sola, tenía que hacer frente a sus propios miedos ella sola. Anna intentó llegar a ella buscando apoyo, pero Elsa, sin desearlo, ignoró a su hermana; pensando que la estaba protegiendo, pero solo la estaba apartando. Causando que el miedo diese vueltas en su interior cual tormenta, sintiéndose destrozada… y muy sola. Se acurrucó en su habitación abrazando sus piernas mirando el retrato de su padre, sollozando en sus brazos sabiendo que estaría sola.
# # #
- Princesa Elsa- llamó alguien educadamente a la puerta.
Elsa se incorporó desde su cama mirando a puerta de su habitación, salió de la cama y la entreabrió, viendo quién era. Era Kai, uno de los vigilantes que cuidaban de ella; era un hombre algo rechoncho con el pelo y patillas marrones. Conocía a Elsa desde que esta había sido bebé, lo cual significa que él era uno de los pocos que sabían también lo de sus poderes, y lo mantenía en secreto.
- ¿Sí?- dijo tímidamente Elsa.
- Hoy es el día, alteza- dijo Kai con una alentadora sonrisa.
Elsa pensó por un momento, y lo recordó, con una sensación de temor la sobrecogiéndola. - Oh, sí, claro, Kai, es mi coronación- murmuró, claramente no tan emocionada por ello.
- Vuestra hermana, Anna, se levantó muy temprano, esta muy emocionada- dijo Kai, riendo entre dientes, esperando que eso pudiera formar una sonrisa en su nueva reina.
Elsa soltó una ligera risa y sonrió, pensando en lo feliz que debía de estar su hermana por el día de hoy. No era un día que esperase con interés para ella misma… pero solo iba a ser hoy.
- Estaré lista enseguida, Kai- dijo por fin Elsa empezando a cerrar suavemente la puerta.
- Cuando queráis, Alteza- dijo Kai marchándose.
Elsa suspiró, cerrando los ojos y apoyando la cabeza en la puerta sujetando las manijas de la puerta, entonces oyó crujidos, abrió los ojos viendo que estaba provocando que la puerta se congelase, soltó las manijas y sostuvo sus manos contra su pecho buscando sus guantes, hasta que los encontró debajo de su almohada. Al ponérselos, dejó escapar un suspiro de alivio sintiendo la barrera familiar entre ella y el mundo. Tenía que controlarlo de alguna manera, o todo el mundo lo sabría.
Se giró hacia el vestido que se suponía que llevaría para su coronación, el vestido era negro sobre el torso y los brazos, mientras que del pecho para abajo era azul verdoso con símbolos de colores morado y oro y una larga y púrpura capa sujetada al cuello. Elsa suspiró caminando hacia el vestido, con su aprehensión creciendo a cada paso. Cogió la capa sintiendo lo suave que era y lo que recordaba a su madre. Miró el retrato de su padre sosteniendo un orbe y un cetro dorados con una corona en la cabeza; dentro de una horas podría ser ella allí arriba delante de todos, al igual que su padre; sabiendo que el peso de la responsabilidad estaría sobre sus hombros… y en sus manos. Volvió a suspirar dejando caer la capa y empezó a ponerse el vestido. Cuando por fin se puso los últimos retoques, se miró a sí misma en el espejo. Intentó formar una sonrisa, intentando practicar para cuando apareciese delante de toda esa gente… Elsa trató de prepararse, desterrando sus miedos mientras pensaba que tenía que ser fuerte como lo fue su padre. Suspiró caminando hacia la ventana viendo a la gente caminando hacia las puertas del castillo. Respiró hondo.
No dejes que…
Sepan de ti…
Que no entren…
Siempre me dijo a mí…
No has de… sentir…
Lo has de esconder…
Un paso en falso y se echará a perder…
Suspiró con agonía, yendo hacia las puertas de su habitación, abriéndolas saliendo con una falsa confianza. - Acabemos con esto- se murmuró a sí misma, antes de mirar a los sirvientes que la esperaban. - ¡Decid a los guardias que abran las puertas!-
Mientras Elsa caminaba a paso lento y con gracia desde su habitación hacia el balcón para ver a las personas entrando en el patio, se quedó mirando a la gente aplaudiendo y sonriendo a su nueva reina.
Respiró hondo tranquilamente, desterrando sus emociones, reprimiéndose como su padre hubiera querido… hazte con ello, contrólalo.
# # #
Todo estaba yendo perfectamente. No había ocurrido nada malo, ni ningún accidente. Todo el mundo estaba pasando un maravilloso momento, mientras Elsa se quedaba tranquila, ya había hecho sus votos y fue anunciada como la nueva reina de Arendelle. Su hermana Anna estaba muy feliz por su hermana por recibir tal enorme honor. Sabía que Elsa podía hacerlo. La fiesta marchaba bien, todo el mundo estaba bailando y conversando entre sí. La música finalmente dejó de sonar cuando la sesión de baile había terminado, ya que Elsa hizo su aparición ante la corte, visitada por miembros de la realeza y la nobleza.
- La Reina Elsa de Arendelle- anunció Kai, indicándola mientras la reina caminaba con gracia hacia el estrado con el trono detrás suya. Sonrió tímidamente hacia la gente que se inclinaba ante ella, incluso Kai la sonreía con orgullo, señaló hacia otro lado. - La Princesa Anna de Arendelle-
En ese momento, la princesa Anna vino corriendo hacia los escalones del estrado, luciendo un hermoso vestido verde con el pelo recogido con una cinta negra y un colgante en el cuello. Aún tenía el mechón blanco en el pelo que Elsa le hizo aquella vez cuando intentaban huir de Smaug. Se quedó de pie un poco lejos de Elsa pensando que su hermana no quería que estuviese cerca. Pero Kai carraspeó y Anna le miró, viéndole señalar a Elsa. Inmediatamente comprendió que tenía que estar al lado de su hermana.
- Oh ¿ahí?- preguntó, con los ojos atónitos por la sorpresa. - ¿Seguro? Yo creo que no debería ponerme-
Aún así, Kai la puso a su lado, asegurándose de que permanecía junto a su hermana mientras todo el mundo se inclinaba y le aplaudía a la realeza de Arendelle. La música volvió a sonar otra vez y todo el mundo volvió a bailar y a charlar. Elsa miró a su hermana mientras esta se recogía un mechón de su pelo detrás de la oreja, nerviosa, mirando hacia otro lado. Desde que eran niñas, a Anna siempre se le dijo que dejara sola a Elsa, fue tan inesperado y abrupto, desde el ataque del dragón. Elsa sonrió.
- Hola- dijo cálidamente.
-... ¿E-es a mí? ¡Oh! ¡Mm, hola!- respondió rápidamente Anna mirando a Elsa, al principio confundida de que su hermana esté por fin hablando con ella después de tantos años, cara a cara.
- Un bello vestido- le sonrió amablemente Elsa, mirando su maravilloso vestido verde.
- Gracias- le sonrió Anna, muy feliz y emocionada de tener una por fin conversación real con su hermana. - Lo tuyo sí que es bello-o sea, no bello de pelo-es que estás m-más bella que yo-
Elsa rió entre dientes. - Gracias- dijo mientras ambas se volvían para observar a la multitud frente a ellas. - Bueno… así que así son las fiestas-
Anna coincidió nerviosa… por primera vez sobre una fiesta… con su hermana… por fin hablando con ella. - Sí, cuanta gente junta- afirmó, sin saber que más decir para llenar el silencio.
- Oye ¿Qué es eso que huele tan bien?- preguntó Elsa.
Cuando ambas hermanas olieron el aire a la vez, mirándose mutuamente diciendo al mismo tiempo: - ¡Chocolate!- riendo ambas.
Anna estaba a punto de decir algo, pero entonces entró otra voz.
- Majestad- anunció Kai. - El duque de Weasel-town-
- WESELTON- le espetó el duque, antes de volver a dirigirse rápidamente hacia la reina y a la princesa con una amable sonrisa. - Duque de Weselton, Majestad-
El duque era un hombrecillo con unas enormes gafas y un bigote blanco y poco pelo en la cabeza; prácticamente era casi calvo. Sin embargo, él era uno de los socios comerciales más importantes de Arendelle desde que este se volvió un país independiente. Elsa ya había oído antes algunas compañías comerciales y locales hablar sobre el duque, mas ella siempre había optado por ignorarlo.
- Como principal socio comercial, os haré el honor de bailar con vos en vuestro primer baile como reina- le declaró el duque, entonces se puso a brincar y a girar haciendo gestos con las manos como un bailarín, hasta que finalmente le hizo una reverencia extendiendo su mano, pero entonces su peluquín se dobló frente a las hermanas mostrando su calva, haciendo que estas se rieran pensando en lo ridículo e hilarante que estaba, ambas tragándose sus risas, Elsa se aclaró la garganta.
- Gracias- dijo educadamente. - Pero yo no bailo-
- Oh- dijo el duque, claramente decepcionado.
- Aunque mi hermana sí- dijo Elsa señalando a Anna mientras la princesa se reía, pensando que era una broma, mas no lo era - espera ¿que?-.
- ¡Oh! Sois afortunada- le sonrió el duque, enganchando su brazo con el suyo cuando esta se dió cuenta de que iba a tener que bailar con el duque.
- ¡Avisadme si os desvanacéis para que os sujete!- gritó el duque, arrastrando a Anna lejos de su hermana.
Elsa sonrió. - Lo siento- dijo en voz baja, sintiéndose un poco mal por poner a su hermana en un aprieto, aunque no podía negar que era gracioso. Observó como Anna bailaba con el duque mientras este brincaba, le pisaba los pies saltando a su alrededor como un loco. Tras eso, vio a Anna estando inclinada cabeza abajo agarrada por la espalda por el duque, riéndose. Anna, cabeza abajo, al verla reírse, le hizo un gesto, diciéndo que iba a conseguirlo. Por fin Anna consiguió escapar del baile del duque volviéndo a ponerse al lado de su hermana, intentando recobrar el aliento.
- Vaya, que entusiasmo- dijo Elsa, incapaz de contener su risa.
- Uf, y no te lo pierdas, lleva tacones- sonrió Anna frotándose el pie dolorido.
- ¿Estás bien?- rió Elsa entre dientes.
- Sí, nunca había estado mejor, esto es genial- le sonrió Anna. - Me encantaría que pudiera ser así siempre-
Elsa sonrió pensando en los buenos tiempos, cómo todo había sido tan normal y maravilloso. - Y a mí también- coincidió Elsa, sonriendo con su hermana. Pero entonces su sonrisa se fue desvaneciendo al recordar el ataque: aún podía oír en su mente los gritos y los rugidos y podía ver el fuego. Entonces apartó la mirada de su hermana con tristeza.
- Pero no puede ser-
- ¿Por qué no?- le preguntó Anna acercándose a ella para-
- ¡Por qué no y ya esta!- le espetó Elsa, dándole la espalda, levantando sus manos y manteneniéndolas fuera del alcance de su hermana, involuntariamente indicando que no se acercara. Anna se vio afectada por el repentino e inesperado cambio de carácter. La dos estuvieron en silencio por un momento, mientras Anna se ponía el pelo detrás de la oreja, cuando se aclaró la garganta.
- Discúlpame- dijo suavemente Anna, alejándose de su hermana, dejándola sola… como siempre había sido, nada había cambiado.
Elsa miró a su hermana, viendo como se alejaba. Siempre le dolió cuando tenía que rechazar a su hermana; pero solo la estaba protegiendo. No quería volver a herirla, como había hecho antes, pensando que había matado a su propia hermana. Elsa apartó la vista al ver a Anna tratando de no llorar mientras se abría paso entre la multitud, alejándose. Quería a su hermana, de verdad, mas tenía que mantenerse alejada de ella.
- Majestad- habló suavemente Kai, Elsa se giró para mirarle. -Los enanos de Durin han llegado-
Al apartarse Kai, ahí estaban de pie tres enanos luciendo unas capas y magníficos atuendos. El que estaba delante era algo mayor que los otros dos detrás suya: tenía el pelo largo y castaño con algunos mechones grises procedentes de la parte superior cercana a la frente, una barba corta y bien cuidada (ya que todos enanos tienen barba); llevaba una piel de animal como un abrigo a juego con una ropa ceremonial. Los otros dos enanos parecían como hermanos. El de la izquierda era rubio, y parecía el mayor de los dos, mientras que el otro tenía el pelo castaño con una barba de tres días en el mentón. Elsa los reconoció como los enanos de Erebor; pero incluso pensar en el nombre de la montaña la hacía temblar un poco, los recuerdos la atormentaban. Agitó ligeramente la cabeza, olvidando el trágico recuerdo.
Los enanos hicieron una reverencia a la reina y está respetuosamente se las devolvió. Se enderezaron, y el enano más viejo le sonrío a Elsa.
- Felicidades, Majestad- dijo sin contratiempos. - Por fin ocupáis el lugar de vuestros padres-
- Gracias- le sonrió Elsa. - Es algo con lo que espero tener éxito, quiero hacer que se sientan orgullosos-
- Yo soy Thorin 'Escudo de Roble', hijo Thráin, hijo de Thrór. Y estos son mis sobrinos: Fili y kili- dijo, pero se detuvo al ver que sus sobrinos se habían ido y los vio besando las manos de una hermosa duquesa mientras esta se reía tímidamente de ellos. Thorin gruñó bajo su garganta, avergonzado por el comportamiento de sus sobrinos, mientras que Elsa trataba de contener la risa. Thorin se volvió hacia Elsa.
- Perdonad a mis sobrinos, Majestad- le dijo a la reina en tono de disculpa. - Son un poco imprudentes-
- Tranquilo, Lord 'Escudo de Roble'- le dijo Elsa levantando una mano. - Esta bien, solo espero que a su esposo no le importe- sonrió tratando de no reírse de nuevo.
Thorin carraspeó. - Quisiera hablar con vos a solas, ¿Si no os importa?-
- Por supuesto, maestro enano- dijo Elsa guiando a Thorin hacia el pasillo, diciéndole a Kai que se ocupase de todo en su ausencia.
- Por supuesto, Alteza, lo haré- le dijo Kai, sonriendo.
- Y también...- continuó Elsa. - Dile a Anna donde estoy si me necesita-
Kai asintió, palmeándole el hombro; Elsa sonrió sosteniendo su mano. Era un amigo maravilloso para ella, sin miedo de sus poderes incluso desde el principio, sabiendo que no era más una niña, ignorante de su destino. Finalmente Elsa abandonó el gran salón, caminando junto con Thorin al pasillo.
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Elsa fue separada de su hermana, temiendo a que pudiera herirla otra vez. Todas las ventanas, cerrojos e incluso las puertas del castillo se cerraron del mundo exterior. Elsa nunca se perdonó por haber causado el ataque del dragón, ni por herir a Anna. Se ocultó, y se negó a sentir, pues sus poderes se hacían más fuertes con sus emociones. Como el troll chamán había predicho, su magia se hizo más fuerte a medida que ella crecía, al igual que su miedo; por mucho que intentara contenerlo, solo empeoraba. Siempre se preguntó a sí misma ¿Qué ocurrirá cuando se convierta en reina?... ¿la tomarán en serio? ¿Se volverán contra ella? ¿Estará sola el resto de su vida? Con el corazón lleno de tristeza, Elsa cargó con el pensamiento de aceptarlo, sabiendo que estaría sola. Su familia aún así la quería, especialmente su padre. Veló por ella, asegurándose de que controlara su miedo, y que pronto pudiera ser lo bastante fuerte para controlar sus poderes, y derrotar al dragón, pensando que era la única manera.
Pero Elsa ya no tuvo el valor para enfrentarlo, sino para evitarlo… ocultarlo… y ser la chica ideal que siempre debía ser.
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La noticia había llegado… el rey y la reina de Arendelle habían muerto. Zarpaban hacia uno de sus aliados del sur de España. Pero su barco lo sorprendió una terrible tormenta, haciendo que el barco volcara y se hundiera… no sobrevivió nadie. Elsa y Anna se quedaron con el corazón destrozado, sintiendo que ya no les quedaba a nadie… incluso para Elsa… sin su padre para guiarla, ni su madre para calmarla… su corazón temblaba con dolor y miedo. Estaba sola, tenía que hacer frente a sus propios miedos ella sola. Anna intentó llegar a ella buscando apoyo, pero Elsa, sin desearlo, ignoró a su hermana; pensando que la estaba protegiendo, pero solo la estaba apartando. Causando que el miedo diese vueltas en su interior cual tormenta, sintiéndose destrozada… y muy sola. Se acurrucó en su habitación abrazando sus piernas mirando el retrato de su padre, sollozando en sus brazos sabiendo que estaría sola.
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- Princesa Elsa- llamó alguien educadamente a la puerta.
Elsa se incorporó desde su cama mirando a puerta de su habitación, salió de la cama y la entreabrió, viendo quién era. Era Kai, uno de los vigilantes que cuidaban de ella; era un hombre algo rechoncho con el pelo y patillas marrones. Conocía a Elsa desde que esta había sido bebé, lo cual significa que él era uno de los pocos que sabían también lo de sus poderes, y lo mantenía en secreto.
- ¿Sí?- dijo tímidamente Elsa.
- Hoy es el día, alteza- dijo Kai con una alentadora sonrisa.
Elsa pensó por un momento, y lo recordó, con una sensación de temor la sobrecogiéndola. - Oh, sí, claro, Kai, es mi coronación- murmuró, claramente no tan emocionada por ello.
- Vuestra hermana, Anna, se levantó muy temprano, esta muy emocionada- dijo Kai, riendo entre dientes, esperando que eso pudiera formar una sonrisa en su nueva reina.
Elsa soltó una ligera risa y sonrió, pensando en lo feliz que debía de estar su hermana por el día de hoy. No era un día que esperase con interés para ella misma… pero solo iba a ser hoy.
- Estaré lista enseguida, Kai- dijo por fin Elsa empezando a cerrar suavemente la puerta.
- Cuando queráis, Alteza- dijo Kai marchándose.
Elsa suspiró, cerrando los ojos y apoyando la cabeza en la puerta sujetando las manijas de la puerta, entonces oyó crujidos, abrió los ojos viendo que estaba provocando que la puerta se congelase, soltó las manijas y sostuvo sus manos contra su pecho buscando sus guantes, hasta que los encontró debajo de su almohada. Al ponérselos, dejó escapar un suspiro de alivio sintiendo la barrera familiar entre ella y el mundo. Tenía que controlarlo de alguna manera, o todo el mundo lo sabría.
Se giró hacia el vestido que se suponía que llevaría para su coronación, el vestido era negro sobre el torso y los brazos, mientras que del pecho para abajo era azul verdoso con símbolos de colores morado y oro y una larga y púrpura capa sujetada al cuello. Elsa suspiró caminando hacia el vestido, con su aprehensión creciendo a cada paso. Cogió la capa sintiendo lo suave que era y lo que recordaba a su madre. Miró el retrato de su padre sosteniendo un orbe y un cetro dorados con una corona en la cabeza; dentro de una horas podría ser ella allí arriba delante de todos, al igual que su padre; sabiendo que el peso de la responsabilidad estaría sobre sus hombros… y en sus manos. Volvió a suspirar dejando caer la capa y empezó a ponerse el vestido. Cuando por fin se puso los últimos retoques, se miró a sí misma en el espejo. Intentó formar una sonrisa, intentando practicar para cuando apareciese delante de toda esa gente… Elsa trató de prepararse, desterrando sus miedos mientras pensaba que tenía que ser fuerte como lo fue su padre. Suspiró caminando hacia la ventana viendo a la gente caminando hacia las puertas del castillo. Respiró hondo.
No dejes que…
Sepan de ti…
Que no entren…
Siempre me dijo a mí…
No has de… sentir…
Lo has de esconder…
Un paso en falso y se echará a perder…
Suspiró con agonía, yendo hacia las puertas de su habitación, abriéndolas saliendo con una falsa confianza. - Acabemos con esto- se murmuró a sí misma, antes de mirar a los sirvientes que la esperaban. - ¡Decid a los guardias que abran las puertas!-
Mientras Elsa caminaba a paso lento y con gracia desde su habitación hacia el balcón para ver a las personas entrando en el patio, se quedó mirando a la gente aplaudiendo y sonriendo a su nueva reina.
Respiró hondo tranquilamente, desterrando sus emociones, reprimiéndose como su padre hubiera querido… hazte con ello, contrólalo.
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Todo estaba yendo perfectamente. No había ocurrido nada malo, ni ningún accidente. Todo el mundo estaba pasando un maravilloso momento, mientras Elsa se quedaba tranquila, ya había hecho sus votos y fue anunciada como la nueva reina de Arendelle. Su hermana Anna estaba muy feliz por su hermana por recibir tal enorme honor. Sabía que Elsa podía hacerlo. La fiesta marchaba bien, todo el mundo estaba bailando y conversando entre sí. La música finalmente dejó de sonar cuando la sesión de baile había terminado, ya que Elsa hizo su aparición ante la corte, visitada por miembros de la realeza y la nobleza.
- La Reina Elsa de Arendelle- anunció Kai, indicándola mientras la reina caminaba con gracia hacia el estrado con el trono detrás suya. Sonrió tímidamente hacia la gente que se inclinaba ante ella, incluso Kai la sonreía con orgullo, señaló hacia otro lado. - La Princesa Anna de Arendelle-
En ese momento, la princesa Anna vino corriendo hacia los escalones del estrado, luciendo un hermoso vestido verde con el pelo recogido con una cinta negra y un colgante en el cuello. Aún tenía el mechón blanco en el pelo que Elsa le hizo aquella vez cuando intentaban huir de Smaug. Se quedó de pie un poco lejos de Elsa pensando que su hermana no quería que estuviese cerca. Pero Kai carraspeó y Anna le miró, viéndole señalar a Elsa. Inmediatamente comprendió que tenía que estar al lado de su hermana.
- Oh ¿ahí?- preguntó, con los ojos atónitos por la sorpresa. - ¿Seguro? Yo creo que no debería ponerme-
Aún así, Kai la puso a su lado, asegurándose de que permanecía junto a su hermana mientras todo el mundo se inclinaba y le aplaudía a la realeza de Arendelle. La música volvió a sonar otra vez y todo el mundo volvió a bailar y a charlar. Elsa miró a su hermana mientras esta se recogía un mechón de su pelo detrás de la oreja, nerviosa, mirando hacia otro lado. Desde que eran niñas, a Anna siempre se le dijo que dejara sola a Elsa, fue tan inesperado y abrupto, desde el ataque del dragón. Elsa sonrió.
- Hola- dijo cálidamente.
-... ¿E-es a mí? ¡Oh! ¡Mm, hola!- respondió rápidamente Anna mirando a Elsa, al principio confundida de que su hermana esté por fin hablando con ella después de tantos años, cara a cara.
- Un bello vestido- le sonrió amablemente Elsa, mirando su maravilloso vestido verde.
- Gracias- le sonrió Anna, muy feliz y emocionada de tener una por fin conversación real con su hermana. - Lo tuyo sí que es bello-o sea, no bello de pelo-es que estás m-más bella que yo-
Elsa rió entre dientes. - Gracias- dijo mientras ambas se volvían para observar a la multitud frente a ellas. - Bueno… así que así son las fiestas-
Anna coincidió nerviosa… por primera vez sobre una fiesta… con su hermana… por fin hablando con ella. - Sí, cuanta gente junta- afirmó, sin saber que más decir para llenar el silencio.
- Oye ¿Qué es eso que huele tan bien?- preguntó Elsa.
Cuando ambas hermanas olieron el aire a la vez, mirándose mutuamente diciendo al mismo tiempo: - ¡Chocolate!- riendo ambas.
Anna estaba a punto de decir algo, pero entonces entró otra voz.
- Majestad- anunció Kai. - El duque de Weasel-town-
- WESELTON- le espetó el duque, antes de volver a dirigirse rápidamente hacia la reina y a la princesa con una amable sonrisa. - Duque de Weselton, Majestad-
El duque era un hombrecillo con unas enormes gafas y un bigote blanco y poco pelo en la cabeza; prácticamente era casi calvo. Sin embargo, él era uno de los socios comerciales más importantes de Arendelle desde que este se volvió un país independiente. Elsa ya había oído antes algunas compañías comerciales y locales hablar sobre el duque, mas ella siempre había optado por ignorarlo.
- Como principal socio comercial, os haré el honor de bailar con vos en vuestro primer baile como reina- le declaró el duque, entonces se puso a brincar y a girar haciendo gestos con las manos como un bailarín, hasta que finalmente le hizo una reverencia extendiendo su mano, pero entonces su peluquín se dobló frente a las hermanas mostrando su calva, haciendo que estas se rieran pensando en lo ridículo e hilarante que estaba, ambas tragándose sus risas, Elsa se aclaró la garganta.
- Gracias- dijo educadamente. - Pero yo no bailo-
- Oh- dijo el duque, claramente decepcionado.
- Aunque mi hermana sí- dijo Elsa señalando a Anna mientras la princesa se reía, pensando que era una broma, mas no lo era - espera ¿que?-.
- ¡Oh! Sois afortunada- le sonrió el duque, enganchando su brazo con el suyo cuando esta se dió cuenta de que iba a tener que bailar con el duque.
- ¡Avisadme si os desvanacéis para que os sujete!- gritó el duque, arrastrando a Anna lejos de su hermana.
Elsa sonrió. - Lo siento- dijo en voz baja, sintiéndose un poco mal por poner a su hermana en un aprieto, aunque no podía negar que era gracioso. Observó como Anna bailaba con el duque mientras este brincaba, le pisaba los pies saltando a su alrededor como un loco. Tras eso, vio a Anna estando inclinada cabeza abajo agarrada por la espalda por el duque, riéndose. Anna, cabeza abajo, al verla reírse, le hizo un gesto, diciéndo que iba a conseguirlo. Por fin Anna consiguió escapar del baile del duque volviéndo a ponerse al lado de su hermana, intentando recobrar el aliento.
- Vaya, que entusiasmo- dijo Elsa, incapaz de contener su risa.
- Uf, y no te lo pierdas, lleva tacones- sonrió Anna frotándose el pie dolorido.
- ¿Estás bien?- rió Elsa entre dientes.
- Sí, nunca había estado mejor, esto es genial- le sonrió Anna. - Me encantaría que pudiera ser así siempre-
Elsa sonrió pensando en los buenos tiempos, cómo todo había sido tan normal y maravilloso. - Y a mí también- coincidió Elsa, sonriendo con su hermana. Pero entonces su sonrisa se fue desvaneciendo al recordar el ataque: aún podía oír en su mente los gritos y los rugidos y podía ver el fuego. Entonces apartó la mirada de su hermana con tristeza.
- Pero no puede ser-
- ¿Por qué no?- le preguntó Anna acercándose a ella para-
- ¡Por qué no y ya esta!- le espetó Elsa, dándole la espalda, levantando sus manos y manteneniéndolas fuera del alcance de su hermana, involuntariamente indicando que no se acercara. Anna se vio afectada por el repentino e inesperado cambio de carácter. La dos estuvieron en silencio por un momento, mientras Anna se ponía el pelo detrás de la oreja, cuando se aclaró la garganta.
- Discúlpame- dijo suavemente Anna, alejándose de su hermana, dejándola sola… como siempre había sido, nada había cambiado.
Elsa miró a su hermana, viendo como se alejaba. Siempre le dolió cuando tenía que rechazar a su hermana; pero solo la estaba protegiendo. No quería volver a herirla, como había hecho antes, pensando que había matado a su propia hermana. Elsa apartó la vista al ver a Anna tratando de no llorar mientras se abría paso entre la multitud, alejándose. Quería a su hermana, de verdad, mas tenía que mantenerse alejada de ella.
- Majestad- habló suavemente Kai, Elsa se giró para mirarle. -Los enanos de Durin han llegado-
Al apartarse Kai, ahí estaban de pie tres enanos luciendo unas capas y magníficos atuendos. El que estaba delante era algo mayor que los otros dos detrás suya: tenía el pelo largo y castaño con algunos mechones grises procedentes de la parte superior cercana a la frente, una barba corta y bien cuidada (ya que todos enanos tienen barba); llevaba una piel de animal como un abrigo a juego con una ropa ceremonial. Los otros dos enanos parecían como hermanos. El de la izquierda era rubio, y parecía el mayor de los dos, mientras que el otro tenía el pelo castaño con una barba de tres días en el mentón. Elsa los reconoció como los enanos de Erebor; pero incluso pensar en el nombre de la montaña la hacía temblar un poco, los recuerdos la atormentaban. Agitó ligeramente la cabeza, olvidando el trágico recuerdo.
Los enanos hicieron una reverencia a la reina y está respetuosamente se las devolvió. Se enderezaron, y el enano más viejo le sonrío a Elsa.
- Felicidades, Majestad- dijo sin contratiempos. - Por fin ocupáis el lugar de vuestros padres-
- Gracias- le sonrió Elsa. - Es algo con lo que espero tener éxito, quiero hacer que se sientan orgullosos-
- Yo soy Thorin 'Escudo de Roble', hijo Thráin, hijo de Thrór. Y estos son mis sobrinos: Fili y kili- dijo, pero se detuvo al ver que sus sobrinos se habían ido y los vio besando las manos de una hermosa duquesa mientras esta se reía tímidamente de ellos. Thorin gruñó bajo su garganta, avergonzado por el comportamiento de sus sobrinos, mientras que Elsa trataba de contener la risa. Thorin se volvió hacia Elsa.
- Perdonad a mis sobrinos, Majestad- le dijo a la reina en tono de disculpa. - Son un poco imprudentes-
- Tranquilo, Lord 'Escudo de Roble'- le dijo Elsa levantando una mano. - Esta bien, solo espero que a su esposo no le importe- sonrió tratando de no reírse de nuevo.
Thorin carraspeó. - Quisiera hablar con vos a solas, ¿Si no os importa?-
- Por supuesto, maestro enano- dijo Elsa guiando a Thorin hacia el pasillo, diciéndole a Kai que se ocupase de todo en su ausencia.
- Por supuesto, Alteza, lo haré- le dijo Kai, sonriendo.
- Y también...- continuó Elsa. - Dile a Anna donde estoy si me necesita-
Kai asintió, palmeándole el hombro; Elsa sonrió sosteniendo su mano. Era un amigo maravilloso para ella, sin miedo de sus poderes incluso desde el principio, sabiendo que no era más una niña, ignorante de su destino. Finalmente Elsa abandonó el gran salón, caminando junto con Thorin al pasillo.
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Gracias por la traducción! Habían algunas expresiones que no cogía....
ResponderEliminarEsos Kili y Fili... que monos!
Me pregunto si en esta historia los enanos de Durin serán el nuevo "olaf"
EliminarPues ya quiero verlos cantando "Verano". También puede aparecer Olaf todo el tiempo que tarda Elsa en hacerlo, éste en aparecer delante de Smaug y éste último convirtiéndolo en vapor. XD
EliminarNo no no no, si los enanos fueran a cantar una canción, seria algo parecido a "Los Cuchillos Embotar". Solo que en este caso, sería a Kristoff a quien tomasen el pelo, mientras que Anna no podría evitar reírse.
EliminarLOL seguro que sí... XD a lo mejor se ponen a jugar con el trineo de Kristoff.
EliminarKristoff: ¡No no no! ¡No toquéis la pintura, la levantaréis!
EliminarBofur: ¡Ohh! ¿habéis oído eso?...Dice que la vamos a levantar.
Kili (cantando): La pintura levantar
Fili (cantando): La madera desgastar
Todos los enanos: El trineo se quemaráaaaaa.... ¡¡SÍ, Y KRISTOFF YA VA A RABIAR!!
Un martillo empuñar
Todos los clavos arrancar
Y las tablas destrozaaaaaaar...
Y las riendas ya quemar
El trineo despedazar
En mil trozos se quedará
Y si al final no se rompióoooooooo...
Con fuerza golpeo yo
(melodía)
¡¡SÍ, Y KRISTOFF YA VA A RABIAR!!
jajajajaja