Cap. 5 "Decepciones y Revelaciones"

- He venido a pediros ayuda… y una petición- explicó lentamente Thorin, casi indeciso. -Desde que vuestros padres se aliaron con mi gente, nos han ayudado siempre con cualquier cosa que necesitáramos, incluyendo en el ataque del dragón-

- Sí, he oído hablar un poco de eso- dijo Elsa. Había oído las historias de los enanos, sí, que perdieron su hogar por un dragón. La auténtica historia que finalmente le contaron de sus padres hace pocos años, fue que cuando los enanos fueron atacados, ellos les ayudaron a encontrar un lugar para vivir y los protegieron, pero no pudieron ayudarles a recuperar su tierra robada por la bestia, y más ahora sabiendo que Lord Girion había muerto en su última lucha, y no quedaban más flechas negras que encontrar.

- Os estaríamos eternamente agradecidos, si Arendelle finalmente se aliara en nuestra lucha contra el dragón Smaug- dijo Thorin por fin.

Elsa se detuvo. ¿Había llegado el momento? ¿Para que se cumpliera la visión del troll chaman? “Cuando el fuego y el hielo colisionen, el equilibrio será restaurado…”. Intentó no entrar en pánico al pensar en aquel monstruo, sus brillantes ojos, sus llamas, su voz, sus rugidos - Elsa apretó los ojos intentando bloquear las imágenes, respirando profundamente intentando controlarse. Al final, cuando pensó que ya lo tenía controlado, suspiró y abrió los ojos mirando a Thorin.
- Lo siento… pero no creo que pueda ayudaros- le respondió delicadamente Elsa.

Podía decirse por su cara, que Thorin no daba crédito lo que estaba oyendo. Le habían rechazado muchísimas veces y esta era su última esperanza. No tenía a donde ir, ahora ¿Qué se suponía que debía hacer? Elsa suspiró.

- Quisiera ayudaros, Maestro enano- decía suavemente Elsa, tratando de ser apacible y tranquilizadora. - Me encantaría ayudaros, pero el precio es demasiado alto, la bestia es demasiado poderosa, su piel es impenetrable, y ya no quedan flechas negras-

- ¿Acaso importa el precio?- preguntó Thorin, en tono brusco, reflejando el dolor en sus ojos. - Creí que todas las personas del mundo estaban aquí reunidas por una razón-

- Para vivir nuestras vidas, Thorin- dijo Elsa. - No para morir, ni iniciar una guerra, y yo no estoy preparada para esto. Quizás algún día, cuando estemos listos, pero no hoy, ni siquiera en un año- empezó a alejarse de Thorin cruzando los brazos mientras dejaba atrás al Señor enano. Thorin la veía alejarse cuando entonces dijo.

- ¿Y qué hay de vuestra magia, Reina Elsa?-

Elsa se paró en seco, con el corazón palpitando en su pecho volviéndose para mirar al Señor enano. - ¿Como sabéis eso?- susurró, intentando contener su terror mientras miraba al príncipe enano.

- Yo era un viejo amigo de vuestros padres- le dijo Thorin, empezando a caminar hacia Elsa. - Me lo contaron todo sobre vos, incluida vuestra magia, es por eso por lo que he recurrido a vos-

Elsa miró hacia su ventana, contemplando el fiordo que rodeaba su reino, y luego a Thorin manteniendo un rostro severo, intentando armarse de valor contra su inevitable reacción a sus siguientes palabras. - Ya os lo he dicho... Thorin 'Escudo de Roble'- le iba diciendo Elsa según le daba la espalda. - No puedo ayudaros, no estoy preparada, y mis soldados tampoco. Os sugiero que os vayáis y busquéis a otra persona que os ayude derrotar al dragón- mientras volvía a alejarse, Thorin habló de nuevo.

- Tenéis miedo ¿no es así, Alteza?- preguntó Thorin.

Elsa se detuvo de nuevo… moviendo la cabeza de lado, apenas mirando a Thorin de reojo. - Creo que deberíais iros ya- murmuró con frialdad, según iba regresando hacia la sala de la corte, donde aún continuaba la fiesta. Observó como Thorin se marchaba con sus sobrinos, apartando la vista de la multitud y sintiendo deseos de llorar. Su miedo la retenía, no quería enfrentarse a Smaug; la maldad en sus ojos, deseando poseerla por su magia. Elsa solo quería olvidarlo y rendirse sin más, mas no podía. ¿Como iba a decepcionar a sus padres? Era su deber arreglar las cosas, y por fin demostrar que sería capaz de manejarlo todo con sus propios medios. Hacer frente a sus miedos. Decidió intentar hablar con la gente de su alrededor y olvidarse de su conversación con 'Escudo de Roble'. Conoció a los españoles, felicitándola por su éxito, luego vinieron los italianos, que hablaron con ella sobre el intercambio de sus preciadas y condimentadas ensaladas. Y por supuesto, se reunió con los franceses que también la felicitaron por su gran día, y ella realmente estaba empezando a sentirse mejor, ahora que su mente estaba ocupada. Por fin se sentía relajada, el miedo se desvanecía, y se sentía segura de sí misma.

- ¡ELSA!- la llamó alguien, se volvió, veía a su hermana, Anna, con alguien detrás de ella. - Quiero decir, Reina. Yo otra vez, mmm… ¿Me permitís presentaros al Príncipe Hans, de las Islas del Sur-

El Príncipe Hans era un hombre alto y apuesto, con el pelo rojo y patillas y lucía un traje blanco. Era bastante apuesto, Elsa tenía que reconocerlo cuando este la sonrió amablemente. "Oh, un amigo," pensaba. "Eso es bueno."

- Majestad- dijo el Príncipe Hans, inclinándose respetuosamente.

Elsa los miraba, preguntándose por qué razón se reían juntos, tan contentos por lo que iban a decir. - Querríamos- decían los dos. - Vuestra bendición… para… para CASARNOS.-

Los ojos de Elsa se abrieron de la sorpresa y la confusión. - ¿Casaros?- preguntó.

- ¡Sí!- chilló Anna, tan feliz incluso por decir "sí" a algo completamente nuevo.

- ¿P-perdona, He oído bien?- tartamudeó Elsa, intentando entender lo que había dicho la  emocionada pareja… ¿Seguro que no han dicho nada de "casarse"?

- Bueno, no hemos ultimado todos los detalles, en unos días planearemos la ceremonia--¡OYE! ¿Viviremos aquí?- soltó de repente Anna.

- ¡¿AQUÍ?!- exclamó Elsa, mirando desesperadamente el uno al otro, empezando a ponerse nerviosa.

- ¡Por supuesto!- le respondió Hans a Anna, como si no hubiera oído hablar a la reina.

- ¡Oh! ¡Y podemos invitar a sus doce hermanos a quedarse!- exclamó alegremente Anna.

- ¡No-no-no-no-no-no-no-no-no!- tartamudeó rápidamente Elsa, interrumpiendo el feliz momento. - ¡Anna, espera! ¡No te precipites! No se va a quedar el hermano de nadie y tampoco nadie se va a casar-

- Pero, ¿Cómo?- preguntó Anna, confundida sobre por qué Elsa diría que "no" al matrimonio.

- ¿Puedo hablar contigo, por favor?… a solas- preguntó Elsa frotándose las manos, situándolas cerca del pecho con ansiedad.

- No- dijo Anna, enlazando su brazo con el de Hans y abrazándolo mirando a su hermana, desafiante. - Lo que tengas que decir, puedes decírnoslo a los dos-

Elsa suspiró. -Bien- dijo. - Acabas de conocerle, no puedes casarte-

- Sí, si es amor verdadero- le discutió Anna obstinadamente.

-¿Qué sabrás tú del amor verdadero?- preguntó Elsa con exasperación.

- Pues más que tú- le escupió Anna. - Lo único que sabes es dar a la gente de lado-

Elsa paró un momento al recibir esas palabras hirientes de su hermana… pero tenía razón, no había nada que pudiese hacer al respecto. No podía estar con nadie, debía permanecer sola.

- Pedís mi bendición, pero mi respuesta es 'no'- dijo Elsa severamente, sabiendo que estaba "protegiendo" a su hermana… y a sí misma de cualquier peligro. - Ahora, disculpadme- dijo Elsa, viéndose obligada a irse, aunque Hans rápidamente intentó hablar con ella, extendiéndole una mano.

- Si me lo permitís, Majestad--

- No, no te lo permito, d-deberías irte- le interrumpió rápidamente Elsa antes de que pudiera tocarla y este se apartó ante sus palabras. Continuó alejándose de la pareja, mirando luego a un guardia que permanecía de pie a su lado. -Se acabó la fiesta, cerrad las puertas-

- ¿Qué?- jadeó Anna. - ¡Elsa, no! ¡No, espera!- al intentar detener a su hermana, trató de agarrarle la mano, pero en vez de eso le quitó el guante.

Elsa jadeó al sentir que la protección se deslizó de su mano, volviéndose para ver a Anna sosteniéndolo. - ¡Devuélveme el guante!- le exclamó desesperadamente Elsa, tratando de recuperarlo, pero Anna lo sostuvo cerca de su pecho.

- ¡Elsa, vamos, por favor! ¡No puedo seguir viviendo de este modo!- le suplicaba Anna sosteniendo el guante, dándole una mirada de desesperación.

Elsa tampoco podía seguir viviendo así. Ya no podía soportar esto, estaba perdiendo el control otra vez, la cara de su hermana, la culpabilidad, el miedo; estaba siendo demasiado.

- Entonces vete- fue la respuesta de Elsa, y se alejó antes de que su hermana pudiera ver sus lágrimas.

Anna no podía creer lo que estaba oyendo; su hermana se ha vuelto contra el mundo, siempre se trataba de ella.

- ¡Dime, por favor ¿Qué te he hecho?!- gritó Anna mientras la gente empezaba a escuchar la discusión cada vez más alto.

- Basta, Anna,- gruñó Elsa mientras intentaba irse, encorvando su espalda mientras que sostenía su mano desnuda contra su pecho de manera protectora.

- ¡No! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me diste de lado?! ¡¿Por qué diste de lado al mundo, Elsa?! ¡¿DE QUÉ TIENES TANTO MIEDO?!- le grito Anna.

- He dicho: ¡¡BASTA!!- gritó Elsa al volverse hacia su hermana, agitando su mano desprotegida. En un instante, un muro de carámbanos resurgieron del suelo en un amplio arco a su alrededor, justo en frente de todos, haciéndoles retroceder de un salto conmocionados y asustados. Elsa quedó helada en el sitio, su ira ahora fue sustituida por miedo. Respiraba con dificultad, estaba aterrada… ¿se volverán contra ella como mostró la visión del troll chamán cuando era pequeña?

- Brujería- susurró el duque mirando con temor a la reina. - Ya sabía yo que aquí estaba pasando algo turbio-

- Elsa…- murmuró Anna, sorprendida por lo que su hermana acababa de hacer.

Elsa alcanzó el pomo de la puerta, agarrándolo, abriéndola de golpe y corriendo por ella, huyendo rápidamente de la multitud. Aterrada, supo que ya no podía quedarse aquí más tiempo, tenía que huir, ya no estaba segura aquí, ya no estaba segura cerca de Anna. Empujó las puertas del patio, abriéndolas, pero al levantar la vista, vio a la gente aplaudiendo al ver entrar a su reina. ¡¿Siguen aquí, por qué no se han ido?! ¡¿No había ordenado que cerraran las puertas?! Mas borró las preguntas de su mente y corrió entre la multitud, lo único en lo que podía pensar en este momento era en huir, para no hacerle daño a nadie. Todo el mundo la llamaba por su nombre, alabándola y aplaudiéndola, mientras ella se abría paso, intentando huir de los que sabía que la estaban persiguiendo. Pero de pronto se vio bloqueada por una mujer con un bebé en sus brazos.

- Majestad- dijo la mujer, viendo el rostro afligido de su reina, mirándola con preocupación. -¿Os encontráis bien?-

No, no se encontraba nada bien. Tenía una crisis en la cabeza, creyendo que la matarían por tener magia en sus venas, y pensar que era una bruja. Fue retrocediendo de espaldas, pero sintió su cuerpo tropezar con una fuente y por instinto usó sus manos, incluida la desprotegida, para apoyarse, y entonces, con un siseo, los carámbanos crecieron en la fuente y el agua se congeló. Toda la gente jadeó al ver a su propia reina hacer magia. Y Elsa podía ver la misma pregunta correr en cada uno de sus rostros: ¿Es una bruja?

- ¡Ahí está!- gritó alguien. Elsa vio al duque con sus dos guardaespaldas en la puerta por la acababa de salir. - ¡Detenedla!-

- ¡Por favor! ¡No os acerquéis a mí!” gritaba Elsa, rogándoles. - ¡No os acerquei-!-

Pero de pronto, su magia volvió resbalar de su mano desnuda, saliendo disparada creando una enorme estallido cerca del duque. Haciendo que este y un montón de personas resbalarán y calleran en el hielo que había aparecido en los escalones. El duque tartamudeó muy asustado, señalando a Elsa mientras se arrastraba lejos de ella. - Es un monstruo- gruñó, antes de repetir más fuerte para que todo el mundo pudiera oírle. - ¡UN MONSTRUO!-

Elsa tembló mirando su mano… ¿monstruo? Miró a la gente, mientras esta se alejada de ella manteniendo cerca a sus hijos. No podía soportar esto, no podía. La gente gritaba aterrada al verla hacer tan peligroso, pensando que podría ser como una enfermedad. Elsa corrió entre la multitud, la gente esta vez ya no tenía problemas en dejarla pasar.

- ¡ELSA!- gritó Anna al salir, viendo que su hermana estaba huyendo, y rápidamente corrió tras ella. Elsa por fin había conseguido salir del patio, bajó corriendo por unas escaleras en el exterior de los muros, pero se encontró bloqueada por el fiordo; estaba atrapada; iban a atraparla.

- ¡Elsa!- la llamó su hermana.

La reina se dio la vuelta, dando unos pasos hacia atrás, pero cuando miro hacia abajo, vio una placa de hielo y nieve formándose bajo a sus pies, llevando hasta el borde de la orilla y congelando una parte del agua… ¡pues claro! ¡¿cómo pudo olvidarlo?! Volvió a mirar atrás donde oía la voz Anna, y luego al frente ¿Se quedaría? ¡No! tenía que irse, volviendo a mirar al frente, respiró hondo, y se empujó hacia delante, corriendo a través del lago. Instantáneamente, con cada paso que daba en contacto con el agua, esta se congelaba creando una plataforma estable para que pudiera correr sobre ella, formando así un camino de hielo sólido.

Anna llegó al fiordo e intentó ir tras Elsa, pero era demasiado tarde... Elsa se había ido. Anna cayó sobre sus rodillas aún sosteniendo el guante de su hermana, mientras las lágrimas empezaban a caer por su rostro. Todo esto había sido culpa suya, si tan solo hubiera entendido porque razón era tan reservada… entonces supo que tenía que ir tras ella y arreglar las cosas... traer de vuelta a su hermana.

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2 comentarios:

  1. Esto se vuelve intenso! Pero mi única queja es que Smaug solo fue nombrado en estos dos últimos capítulos. Como esto es la traducción, no es culpa tuya, pero la verdad es que estoy impaciente por leer algún pasaje en el que salga directamente.

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    1. Bueno, es que como los capítulos eran muy largos, pensé en dividirlos en partes para no aburrir al lector; además, así le pongo un poco más de intriga a la historia.

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