Cap. 2 "Un Terrible Despertar"

Elsa y Anna estaban pasando un tiempo maravilloso. Jugaron a batallas bolas de nieve, construlleron casas de nieve, e incluso hicieron el muñeco de nieve que tanto querían. Anna estaba sentada en el trono estrujando su cara haciendo muecas graciosas tratando de no reírse. Elsa mientras tanto iba haciendo la cara del muñeco riéndose de las graciosas expresiones de su hermana. Cuando por fin puso la nariz, volvió el muñeco de nieve hacia Anna moviéndole los brazos.

- ¡Hola! Soy Olaf- decía Elsa con una voz grave. - Y adoro los abrazos calentitos-

Anna sonrió con alegría agitando sus pies en el aire. - ¡Te quiero, Olaf!- dijo Anna corriendo hacia el muñeco y abrazándolo mirando a su hermana. Después de eso, Elsa y Anna se deslizaron por una colina de nieve cuesta abajo, dando un salto y callendo en montones de nieve. Anna corrió detrás de una columna,cogió un poco de nieve y se lo lanzó a Elsa. Elsa se dio la vuelta y vio a su hermana riéndose y la persiguió.

Sin embargo, mientras las dos continuaban jugando, el dragón reptaba sigilosamente entre las sombras buscando a los dos humanos. Estaban cerca; lo sentía el aire.

-

Un momento… el aire se notaba un poco frío contra sus escamas… se notaba... invernal… pero ¿cómo? Esta caverna ha estado aislada durante mucho tiempo, era imposible que la naturaleza pudiese entrar al interior de la montaña. Salvo por algún tipo de... magia. Smaug volvió a olfatear el aire… estaban cerca; podría simplemente abrasarlos en ese mismo momento y acabar con esto. Reptó lentamente según iba oyendo las risas cada vez más alto; se encontraba en una esquina y el aire era aún más frío, cuando se asomó... fue de repente recibido por una inesperada visión. Había hielo y nieve por toda la sala del trono… pero no era invierno… era verano en el exterior ¿Cómo era posible? No podía entender cómo estaba ocurriendo. Entonces volvió a escuchar las risas, y la vio. Una niña pequeña con el pelo rojo y un vestidito amarillo, que saltaba de un lado a otro con nieve en la mano lanzándola al aire. Smaug gruñía silensiosamente, mientras se acercaba poco a poco, sin hacer ruido.

- ¡Elsa, hazlo otra vez!- gritaba la niña del pelo rojo.

¿Quién era Elsa? Smaug observó, y vio algo volar en el aire. Miró y observó algo azul que estalló en diminutas partículas de nieve. Smaug observaba, asombrado durante momento en cómo se podía crear algo así. Y entonces, otra niña humana apareció desde otra esquina, era tal vez un par de años mayor que la primera, y tenía el pelo blanco con un vestidito azul. Movía sus manos en círculos, y de la nada aparecían espirales de nieve, creando un maravilloso color azul, blanco y plateado. Smaug miraba con asombro… ¿qué era lo que estaba viendo? ¿Una especia de bruja de las tierras invernales? Sintió una energía fluyendo por de sus ardientes venas. Observó atentamente, curioso, mientras las dos niñas seguían jugaban, cómo la del pelo rojo agarraba los brazos de un muñeco de nieve y la del pelo blanco utilizaba su magia para deslizarlos por el hielo, riendo y bailando. Smaug no podía dejar de mirar la cantidad de vida que había dentro de estas dos humanas. Las dos escalaron una colina de nieve hasta la cima y se deslizaron cuesta abajo juntas, siendo enviadas a volar y de caer ambas en la nieve, riendo y tendidas en el suelo.

Smaug reptó un poco más cerca mientras las seguía observabando.

Anna se incorporó, riendo. Mirando directamente al frente, se paró y vio algo enorme que acechaba en las sombras. Fue mirando por la sala y solo cuando vio parpadear los luminosos y ardientes ojos, se dio cuenta de que estaba viendo un enorme dragón. Elsa se levantó, mirando a su hermana, preguntándose qué estaba mirando que pudo hacer que se quedara callada de repente. Elsa miró… y quedó congelada en el sitio. Lo veían, el terror amanecía en sus ojos.

Smaug gruñó, no tenía tiempo para ver nada más, estaba aquí para proteger sus dominios, y tal vez se divertiría un poco con ellas antes de matarlas. Y con un rugido fue a por ellas, estampando y mostrando sus dientes, mientras su tórax se iluminaba. Elsa y Anna gritaron y se levantaron, Elsa agarró la mano de su hermana y casi la arrastró al correr por sus vidas a la oscuridad. Mientras Smaug iba tras ellas, inconscientemente aplastó el muñeco de nieve que Elsa y Anna habían creado.

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- ¡¿DÓNDE ESTÁN?!- gritaba el rey. - ¡¿DÓNDE ESTÁN MIS HIJAS?!-

El rey y la reina habían ido a ver durante la noche que tal estaban sus hijas, y habían descubierto que habían desaparecido. Ahora todo el castillo las estaban buscando por todas partes. La reina, aún en su habitación de sus hijas, miraba en todos los rincones. Los guardias seguían buscando también por el castillo, las doncellas y los sirvientes miraban en las habitaciones abandonadas y en los cuartos de invitados. La reina salió corriendo de la habitación cuando miró al final pasillo… una ventana abierta. Corrió hacia ella mientras las cortinas se movían en el aire, miró hacia abajo, y vio algunos rastros de nieve. Jadeó.

- ¡Mi AMOR!- gritaba la reina. - ¡MI AMOR, SE HA IDO POR LA VENTANA!-

El rey corrió hacia su esposa cuando se detuvo y vio la ventana abierta, y los rastros de nieve en el suelo. El rey miró al frente, directamente fuera de la ventana al lugar justo enfrente donde él pensaba que irían.

- Oh no- susurró el rey.

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Elsa y Anna huían por un corredor hacia pasillos y secciones, podían sentir que el dragón las estaba alcanzando, estampando y rugiendo. Anna miró a sus espaldas, viendo a la bestia acercarse. Las dos por fin llegaron al final del corredor bajando unas escaleras. Al hacerlo, se detuvieron al mirar, y contemplaron montones, montones y montones de oro. No podían creer lo que sus ojos estaban viendo. ¿Era un truco? Oyeron un fuerte rugido, sobresaltando a Anna, Elsa se giró, no tenían más remedio que atravesar el mar de oro.

- Vamos, Anna- susurró frenéticamente Elsa llevando a su hermana a correr bajando por las escaleras. 

Llegaron, pero era difícil correr sobre las colinas de oro. Era diferente que con nieve, Elsa solo podía correr por la nieve sin ningún problema. Pero estaban teniendo dificultades con la irregular superficie de oro que se desplazaba y se inclinaba bajo sus pies. Ambas resbalaron y cayeron rodando juntas. Cuando pararon, agitaron sus cabezas y se levantaron, Elsa comprobó si Anna estaba bien, y lo estaba, Anna hizo lo mismo y ambas se sonrieron. Tras eso, oyeron fuertes estruendos desde el otro lado de la cámara: el dragón se acercaba. Elsa y Anna corrieron intentando encontrar un lugar para esconderse.

En cuanto a Smaug, quién finalmente estaba en el otro lado de la cámara, miro a su alrededor moviendo la cabeza de un lado a otro. Se sumergió en el interior del tesoro dejando que el oro se lo tragara, pero luego volvió a alzarse. Se detuvo… tomó una aspiración en el aire… estaban aquí.

Elsa y Anna estaban escondidas debajo de las escaleras con los montículos de oro ocultándolas de la vista, en una grieta de su tamaño que utilizaron para meterse dentro del reducido espacio. Procuraron mantenerse en silencio, Anna aferrándose a Elsa mientras las dos miraban afuera de la grieta, rezando que el dragón no las encontrara.

Smaug miraba a su alrededor examinando todo el espacio. Él sabía que no se iban a mostrar hasta que él se fuera. Así que decidió pretender jugar limpio, y tal vez hacer trampa.

- Bien, pequeñas… os huelo- las llamaba Smaug, su voz resonando por la cámara de tal manera que era como si estuviera bramando.

Elsa y Anna cerraron fuertemente los ojos, abrazándose la una a la otra mientras temblaban, no queriendo oír esa voz horrible.

- Siento vuestro aliento- gruñía Smaug, serpenteando la cabeza de un lado a otro. - ¿Dónde estáis?-

Elsa asomó medio rostro, viendo al dragón pasar cerca de su escondite. Esto no podía estar pasando. Sabía desde el principio que no iba a acabar nada bien. Incluso ahora Anna se arrepentía de haber venido a la montaña.

- Vamos, no seáis tímidas- ronroneaba Smaug. - Salid a la luz-

Elsa miraba como el dragón examinaba la sala mientras sus ardientes ojos de fuego derretían su gélida alma. Smaug pudo sentir una brisa fría, se paró tomando una pequeña inhalación: podía oler a la 'niña de nieve'. Hizo una mueca maliciosa.

-Hay… algo en una de vosotras- siseó Smaug.

¿A qué se refería?

Elsa y Anna se volvían más atemorizadas al volver a oír moverse al dragón. Pensaban en huir, y decidieron hacerlo gateando fuera de su agujero y yeron por una escalinata. Mientras gateaban sobre ella, comenzaron a subir, con la esperanza de que tal vez podrían llegar hasta la misma entrada por la que habían entrado.

- Algo dentro- oían la voz del dragón resonando cerca de ellas… pero ¿dónde estaba? -Algo lleno de magia, pero lleno… de… mucho… miedo-

Elsa cerró sus ojos con fuerza apretando sus manos contra los escalones, oyendo esa palabra resonando en su cabeza, cada vez más alto hasta que se ahogaba en ella: ¡Miedo! ¡Miedo! ¡Miedo!… Anna veía la acumulación de hielo en la escalinata que Elsa estaba creando mientras su temor comenzaba a crecer sin control. Entonces notó que algo estaba alrededor de los pies de Elsa, era rojo y-

- ¡ELSA, CUIDADO!- gritó Anna.

Fue demasiado tarde, Elsa fue lanzada al aire por una una cola rodeada a su alrededor como una serpiente. Gritó al ser arrojada por el aire y entonces se mantuvo a una altura vertiginosa por encima del suelo. Se dió la vuelta y miró un ojo de fuego infernal tan grande como ella que la miraba ferozmente. Sus ojos se abrieron como platos mientras se protegía a sí misma de mirar al dragón. Anna jadeó, llena de valentía impulsiva corrió hacia Smaug y le pateó y golpeó una de las patas traseras. El dragón miró a la pelirroja impotentemente tratando de luchar. Estaba bastante molesto, y la apartó con su ala lanzándola al aire, haciéndola aterrizar sobre una pila de oro. Elsa vio a su hermana aterrizar pesadamente. - ¡ANNA!- gritó. Elsa miró furiosa al dragón mientras este hacía lo mismo.

- ¡¿Cómo te atreves a hacer daño a mi hermana?!- le gritó.

- Cuida tu lengua, bruja- espetó Smaug dejándola caer hacia atrás. Elsa levantó la vista para ver a Smaug yendo hacia ella. Retrocedió arrastrándose de espaldas; intentó levantarse para correr hacia su hermana pero cayó de espaldas, rodando y volteando por la colina de oro. Se levantó para ver a Smaug abalanzándose hacia ella. En cuanto a Anna, agitó su cabeza por el impacto que tuvo en su caída, miró y vio a Elsa arrinconada contra la pared. Corrió hacia su hermana hasta que se interpuso justo entre ellos extendiendo los brazos delante de Smaug.

- ¡Deja en paz a mi hermana!- gritó Anna airadamente.

Smaug gruñó mientras el humo fluía de sus fosas nasales, la pequeña pelirroja estaba empezando a molestarle cada vez más. Elsa jadeó, siendo consciente la ira de la bestia, y supo que tenía que hacer algo antes de que le pasara algo a su hermana o a ella misma.

- No recuerdo haberos visto antes en mis dominio- gruñía lentamente Smaug. - ¿Quiénes sois, y de donde habéis venido, si no es indiscreción?-

- Ss-solo estábamos jugando- respondió Elsa poniendo a Anna detrás suya, ocultándola de la vista. -No pretendíamos hacer nada malo… no sabíamos que vivías aquí, creíamos que esto estaba abandonado desde que los enanos se fueron-

Las pupilas de Smaug se estrecharon. Por supuesto, los enanos enviaron estas niñas para robarle, pensando que él, el gran y poderoso Smaug, permitiría a una pobre niña humana vivir y robarle su oro. Él no era débil ni estúpido de hecho.

- Cual respuesta inocente, mas no obstante ¡MENTIRA!- gruñó Smaug.

Elsa y Anna se abrazaron mutuamente, temblando de miedo ante dragón al sacudir la tierra. Ambas lo miraban, aterradas.

- Sé lo que estáis haciendo- gruñía Smaug con malicia. “Los enanos os enviaron a entrar aquí para robarme el oro ¿no es cierto?”

Elsa negó con la cabeza. - N-no- negó ella. -No hay ningún enano, hemos venido aquí nosotras solas-

Smaug estrechó los ojos, gruñendo mientras se acercaba a las dos niñas.

Tanto Anna como Elsa lo miraban fijamente.

- ¡Déjanos en paz!- gritó Anna, aún todavía aferrada a Elsa. - Sólo estábamos haciendo un muñeco de nieve-

Smaug recordó algo que casi había olvidado hacer. - Eres una mosquita muy irritante- murmuró Smaug casi para sus adentros cuando empujó a Anna lejos de Elsa con su cola, haciéndola rodar cuesta abajo por la enorme colina de oro.

- ¡Anna!- gritó Elsa estando a punto de ir a por su hermana, pero la cola de Smaug le bloqueó el paso. Miró a Smaug retrocediéndo de espaldas hasta quedar presionada contra la pared, tratando de mantenerse alejada de él.

- Eres diferente a tu amiguita pelirroja- ronroneaba Smaug, ladeando la cabeza para verla curiosamente. - Pero huelo muchísimo miedo en ti-

Elsa no dijo nada mientras sus ojos se agrandaban de terror. - N-no sé de qué estás hablando- tartamudeó ella.

- Oh, yo creo que sí, 'niña de nieve'- dijo la bestia. - Vi lo que hiciste, creando invierno aún siendo verano-

- ¿Qué quieres de mí entonces?- gritó Elsa.

Smaug miró a la niña, pensando en esa pregunta. ¿Qué quería de ella? Una buena pregunta. Pero... qué hacer con ella?... Smaug entonces alzó su cabeza en alto dándole una inexpresiva mirada mientras se erguía frente a la 'niña de nieve'. Elsa mantuvo sus manos unidas, cerca del pecho.

- Dejaré que tu amiguita pelirroja viva y pueda marcharse si…- se detuvo Smaug mirándola. - Si te quedas conmigo-

- ¡¿Qué?! ¿Por qué?- chilló Elsa, con los ojos muy abiertos.

- Tu poder es algo que nunca había visto antes- dijo Smaug, “Me otorga una energía diferente a través del fuego de mis venas, algo que nos entrelaza, algo poderoso... Y yo lo quiero.-

- ¡De eso nada!- gritó alguien.

Ambos Elsa y Smaug se volvieron para ver a Anna escalando la montaña de oro.

- ¡Ella se queda conmigo y con mi familia!- gritó Anna.

Elsa miró al dragón y después a Anna. Aprovechando la distracción, Elsa dio un salto repentino alejándose del dragón rodando por la colina de oro a por su hermana. Smaug rugió furioso mientras su tórax se iluminaba del cuello hasta sus ojos, Elsa lo vio poniéndose de pie delante de su hermana cuando el dragón iba a escupir fuego. Elsa agitó sus manos y  erupcionó del suelo una pequeña pared de hielo. Por suerte la pared de hielo protegió a Anna y a Elsa, pero no iba a aguantar mucho tiempo. Elsa rápidamente se dio la vuelta y agarró la mano de Anna corriendo tan rápido como pudieron; a sus espaldas, la pared de hielo estalló y Smaug se volvió para ir tras ellas de nuevo.

- ¡NO PODRÉIS HUIR DE MÍ!- rugió.

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El rey y sus guardias cabalgaban a toda prisa hacia la montaña pasando por la ciudad de Dale. Mirando alrededor de la desolada ciudad para encontrar algún rastro de sus hijas o tal vez algo de nieve o escarcha de Elsa. No encontraban nada, hasta que de pronto sintieron que la tierra empezó a temblar. El rey levantó la vista hacia la montaña. El dragón estaba despierto… supo en ese momento que sus hijas estaban ahí dentro. Sólo podía desear que sus hijas estuvieran lejos de las garras de la bestia. Desde la Ciudad del Lago, todo el mundo estaba mirando desde sus ventanas y saliendo de sus casas, preguntándose qué diablos estaba pasando. Tras eso, sonó el relincho de un caballo, el rey se dio la vuelta y vió a Lord Girion, Señor de Dale, junto con sus hombres.

- Girion- llamó el rey. - ¿Por qué está despierto el dragón?-

- Sus hijas, majestad- explicó Girion. - Han despertado a la bestia, su hija, Elsa, debe de haberle despertado con su magia-

- ¿Cómo sabes que lo hizo Elsa?- preguntó el rey.

- Es cuando el fuego y el hielo colisionan, majestad- explicó Girion. - Es por eso que el dragón ha despertado-

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3 comentarios:

  1. Bonito texto y cuento. Alguna incorrección en la utilización de las palabras

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  2. Creo que hay algún problema en la traducción... pero la historia está tomando un buenísimo cariz!!

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