Regresando muy al Norte, volviendo a la montaña de Erebor, se oye el sonido unos rugidos y gruñidos… lo cual era extraño, porque Smaug estaba despierto y él normalmente siempre estaba dormido. Estaba rugiendo, porque perseguía a un ladrón humano. El ladrón corría con un saco lleno de oro. Llegó un reno recogiendo a su amo, ayudándolo a huir de la bestia.
- Buen trabajo, Sven- le dijo el hombre dándole palmadas a su reno, sonriéndole.
El reno Sven bramó corriendo alejándose del dragón. Sorteando pilares y desviándose por salones de piedra, mientras se dirigían frenéticamente hacia la salida, con el dragón atravesando la montaña detrás de ellos.
Smaug estaba realmente furioso, no podía creer que sus posesiones fuesen a ser robadas. Los ladrones de alguna manera habían estado entrando en la montaña tratando de robarle el oro, mas todos morían al intentar huir. Pero este hombre parecía tener la suerte de su lado, y parecía que iba a escapar de sus garras.
Justo cuando el hombre y su reno estaban a punto salir, Smaug desató una enorme llamarada para matarlos; pero ambos se las arreglaron para eludir las llamas y escapar. Smaug rugió en la dirección por donde habían huído y desaparecido, justo cuando iba a ir tras ellos… se detuvo. Sintía algo en el aire… algo diferente… ya lo había sentido antes... hace años. Miró la dirección por donde el ladrón había huido, y después a la de la extraña magia que fluía por otro camino. La curiosidad y la sospecha consiguieron dominarle, se dirigió a la salida siguiendo el rastro de magia que sentía en el aire.
Salió por la entrada asomando la cabeza. Era de noche, como él pensaba, desplegó sus alas y planeó en el aire siguiendo la magia que sentía desde la tierra… era verano, mas el aire era gélido, y seguía enfriándose; según volaba más alto, podía sentir la antinatural brisa del aire frío contra sus escamas y miró a su alrededor, sintiendo el extraño descenso de temperatura que lo rodeaba. Sí, ya había sentido esto antes, el frío fuera de estación. Si esto era obra de la que sospechaba… la ‘niña de nieve’... entonces tal vez la suerte estaba de su parte después de todo.
# # #
Elsa iba caminando por una colina nevada, sosteniendo su mano izquierda contra su pecho sintiéndose realmente destrozada… había defraudado a su familia, a su hermana, a todo su reino. Sollozando consigo misma mientras intentaba secarse las lágrimas. De repente levantó la vista viendo algo en la siguiente colina, y sus ojos se abrieron de estupefacción… era su antiguo reino, en ruinas, cenizas y completamente quemado hasta los cimientos. ¿Habrá ocurrido después de que sus padres la trasladaran? Elsa podía recordar la maldad de aquel dragón, estaba pasando otra vez por su cabeza: el fuego, los gritos, y los rugidos. Estaba a punto pasar de largo y alejarse, muy lejos. Mas estaba agotada de tanto caminar y decidió refugiarse en su antiguo reino. También podía ver el viejo pueblo de… la Ciudad del Lago. La vieja ciudad que ella recordaba. Aquella ciudad estaba pasando tiempos difíciles desde que el dragón llegó, se culpó a sí misma por tener esta maldición, y por haber ido a la montaña hace años cuando debería haberse quedado y retenido a su hermana en el castillo.
Elsa pasó por el portón del castillo, viendo que estaba en una ruina absoluta, pudo ver las marcas de las garras del dragón, levantando la vista hacia las torres que estaban hechas pedazos y reducidas a hollín y ceniza. Caminó hacia las puertas del castillo, agarró las manijas, y tiró de ellas para abrirlas con todas sus fuerzas, pero estaban atascadas. Tiró y tiró, hasta que por fin, con un chirrido de madera y metal, abrió las puertas. Miró dentro para ver… un enorme agujero en el techo y montones de restos de madera y de piedra en medio de la sala del trono. Su aliento se estremeció al verlo todo en ruinas; lo que una vez la casa de su familia, donde pasó su infancia. Entró con sus pasos resonando por el reino desolado. Miraba a su alrededor, recordando cómo las habitaciones y las salas estaban llenas de risas, cuando ella y Anna eran niñas.
Miró por el pasillo, viendo una pequeña figura, reconociéndola como Anna… cuando tenía cinco años. Rió viendo a la pequeña Anna correr por los pasillos, cuando Elsa fue tras ella. Corría detrás de la niña, escalando pilas de escombros y moviendo tablones de madera, con tal de llegar hasta la figura fantasmal de su hermana menor. Pero se detuvo… era la puerta de su habitación. Se quedó mirándola pensando que fue más como su celda, estando aprisionada en ella, recordando a una bestia mirándola desde los acantilados, fulminándola con la mirada a través de la ventana. Agarró los pomos de la puerta con unas manos ligeramente temblorosas y las abrió rápidamente pensando que algo iba a salir expulsado. Pero… en su lugar… se encontró con una escena horrible… su habitación estaba hecha pedazos, la mitad de las paredes había sido arrancada dejando que el aire frío y la nieve entrasen en el interior, mientras que la mayor parte de la habitación estaba reducida a cenizas. Entró lentamente en su habitación viendo algunas cosas que habían quedado atrás y se habían salvado de las llamas… algunos juguetes, una sábana, y una pequeña pulsera. Miraba a su alrededor, recordando lo a salvo que estaba antes de que todo esto ocurriera. El dolor y la angustia que ella causó, el gélido miedo que ella creó. Elsa iba dándose la vuelta; pero se detuvo cuando sus ojos se cruzaron con algo y miró con horror un enorme retrato de toda su familia. Su padre, su madre, Anna, y ella misma… con marcas de garras sobre el marco dividiendo su rostro. Se cubrió la boca con ambas manos… ella sabía quién había hecho esto. Los ojos de Elsa asomaron lágrimas, pudo sentir que corría peligro mientras siguiera en este lugar maldito. Suspiraba mirando al suelo. Pero entonces, escuchó un débil crujido, y jadeó volviéndose a donde había oído el sonido. Había sido fuera, en la brecha de la pared arrancada. Caminó hacia ella lentamente según seguía observando el exterior, cautelosamente. Poco a poco fue acercándose, escuchando el debíl crujir de los suelos que se producían bajo su peso. Con cautela, se asomó hacia el exterior para ver si había algo allí… pero nada, soltó un suspiro de alivio.
- Tienes que calmarte, Elsa- se susurró a sí misma mientras caminaba de vuelta al interior de su antigua habitación.
Pero entonces de la nada, hubo un enorme ”¡WOOSH!”, con la oscuridad envolviéndola. se giró para ver una gigantesca figura, ya que su sombra se cernía sobre ella. Su rostro pasó a ser aterrado, su peor pesadilla la perseguía otra vez; dos enormes y luminosos orbes ardientes la observaban, mirándola con furia mientras se mostraba la figura un enorme dragón masivo… Smaug. Elsa intentaba respirar mientras veía al monstruo que intentó secuestrarla cuando solo era una niña.
- Hola de nuevo, ‘niña de nieve’- le sonrió maliciosamente, mostrándole sus afilados dientes.
Elsa huyó sin tener dudas, corrió por su vida de la habitación yendo por los pasillos, cuando el dragón escupió fuego, y las llamas la persiguieron. Elsa gritó al saltar fuera del camino por la otra esquina, afortunada de esquivar las llamas. Corrió tan rápido como podía buscando otros lugares para esconderse, pero escuchó el ruido de unos aleteos. Se volvió para ver a través de las ventanas que Smaug estaba volando a su lado, persiguiéndola. Siguió corriendo, huyendo por el castillo directa la sala de la corte, pero de pronto una enorme y masiva pata bloqueó su camino creando un enorme agujero en el techo. Elsa miró hacia arriba para ver a Smaug mirándola furioso, enseñando sus dientes.
- ¡¿Crees que volveré a dejarte escapar esta vez?!- gruñó salvajemente Smaug.
Elsa huyó por otro camino, corriendo hacia las puertas por la que había entrado al interior del castillo. Salió y continuó corriendo hasta que se dio la vuelta y vio a Smaug encaramado sobre las torres del castillo, con las garras de sus alas aferrándose a las torres más cercanas, y este se rió mirándola. Elsa miró con furia a Smaug, armándose de valor al saber que esta vez no huiría de él. Se quitó el otro guante, poniendo su mandíbula en determinación, mientras dejaba que el viento se lo llevara volando. Estaba dispuesta a luchar, pero Smaug solo se burló.
- ¿Crees que tu patética magia va a detenerme esta vez?- preguntó burlonamente Smaug, riendo entre dientes. - Vaya, como has crecido desde la última vez que te vi-
- ¡Esto es culpa tuya!- siseó Elsa. - ¡Tuviste que entrar en mi vida y simplemente destruirlo todo!-
- A eso me dedico, princesa- se burló Smaug. - Por si no te habías dado cuenta, soy Smaug, la más importante de las calamidades-
- Ya no soy princesa, ahora soy reina y-- se detuvo, lo había olvidado; había huido de su propio reino.
Smaug levantó una cresta del ojo, que en su caso sería una ceja ¿Si es reina, entonces por qué estaba aquí completamente sola, sin guardias, sin protección? Bueno, eso no importaba, por fin podía reclamarla, aprender sobre sus secretos y quedársela sólo para él.
- Entonces os sugiero que os entreguéis y os dirijáis hacia mi montaña, Majestad- le sonrió Smaug con arrogancia. - Y podremos olvidarnos de todo este sin sentido, ¿hmmm?-
- ¡CÓMO TE ATREVES!- gritó Elsa. - ¡¿Crees que voy a olvidar todo esto por tu egoísmo y codicia?!-
Smaug solo entrecerró los ojos y gruñó profundo en su garganta. La muchacha no iba a rendirse tan fácilmente. Alzó la cabeza manteniéndo su mirada en ella. Sus ojos se regodeaban de su superioridad, mientras la chica lo seguía mirando según este se iba alzaba, muy por encima de ella. - Entonces no me dejas más remedio que llevarte yo mismo- le replicó.
Elsa gritó lanzando de su mano una ráfaga de hielo directa a la cara del dragón. este movió la cabeza esquivándolo; pero entonces vino otra poco después, esta vez golpeándole, haciéndole perder casi el equilibrio… Smaug volvió lentamente su cabeza, sonriendo, riendo oscuramente, impresionado por su nueva fuerza. Podía sentir su poder queriendo salir, podía sentir el frío soplando entre sus ardientes e hirvientes escamas. Volvió a reírse entre dientes y se alejó de las torres, yendo hacia Elsa, mientras su vientre se iba iluminando. Elsa recordó que eso significaba de que el dragón iba a escupir fuego. Smaug respiró hondo, y Elsa creó una pared de hielo, mucho más grande y más gruesa que la primera vez que se había encontrado con él. Smaug desató su fuego, dejando que las llamas devoraran el hielo, mientras que Elsa apenas podía sentir el calor extendiéndose en el hielo. Retrocedió un poco, haciendo el hielo más grueso; pero el fuego del dragón destruyó el hielo. Elsa gruñó, irritada mientras se quitaba capa y dejaba el viento se la llevara. Creó unos carámbanos en el suelo y dio un fuerte pisotón en el suelo, haciendo que estos volaran como lanzas hacia Smaug; mas no provocaron ninguna herida en sus impenetrables y rojizas escamas. Smaug volvió lentamente su cabeza hacia ella, gruñendo, cuando de repente Elsa lanzó otra ráfaga de hielo, esta vez golpeando en su ojo derecho. Smaug rugió de dolor, sacudiendo su cabeza y girando su cuerpo, sintiendo que el dolor entraba en su cabeza mientras su cola derribaba las torres, su cuerpo derribaba los muros y castillo entero se sacudía debido a la magnitud de su fuerza. El dragón perdió el equilibrio y cayó al suelo, con los muros desmoronándose bajo su peso.
Elsa se apartó del camino, no queriendo ser golpeada por su cola. Aprovechó la oportunidad para salir corriendo. Pero Smaug vio que se estaba intentando escapar. Tenía un ojo cerrado por la lesión que le había provocado Elsa, mientras que el otro miraba con intención mortal a la chica de nieve. Smaug rugió, cacudiendo la tierra, arremetiendo su cola hacia ella. Elsa corrió por su vida, escuchando al dragón rugiendo detrás de ella, sostenién la falda de su vestido y mirando al frente para ver su camino. Pero se detuvo y jadeó al ver una enorme y rojiza cola que iba hacia ella. La cola la golpeó, lanzándola hacia la pared. Gritó al ser arrojada violentamente al aire, mas su grito fue interrumpido al golpearse la cabeza contra la pared y bajó deslizándose al suelo, inmóvil e inconsciente.
Smaug sonrió, por fin tenía su premio, por fin había reclamado lo que era suyo por derecho. Miró a la joven muchacha de nieve viendo una luz que la rodeaba: era la magia que sentía en ella. Una resplandeciente y blanquecina luz azulada, que brillaba como una almenara para todo aquel o aquello que pudiera percibirla. Se acercó a ella lentamente, oliéndola con suavidad… el olor era… diferente, había miedo, sí, pero había algo más… soledad. Nadie con quién hablar, sospechaba él, y siendo contenida en una prisión… sonrió en sus adentros. Se la llevaría a la montaña, iba a mantenerla, cuidar de ella y tal vez ella le haría compañía… eso era lo que ella quería, ¿no? ¿Poner fin a su soledad? Tal vez él le estaba haciendo un favor entonces. La cogió suavemente con sus patas traseras, levantándola del suelo y llevándola volando en dirección a la Montaña. Mas poco sabía él, que su siesta de oro saqueado pronto iba a cambiar.
- Buen trabajo, Sven- le dijo el hombre dándole palmadas a su reno, sonriéndole.
El reno Sven bramó corriendo alejándose del dragón. Sorteando pilares y desviándose por salones de piedra, mientras se dirigían frenéticamente hacia la salida, con el dragón atravesando la montaña detrás de ellos.
Smaug estaba realmente furioso, no podía creer que sus posesiones fuesen a ser robadas. Los ladrones de alguna manera habían estado entrando en la montaña tratando de robarle el oro, mas todos morían al intentar huir. Pero este hombre parecía tener la suerte de su lado, y parecía que iba a escapar de sus garras.
Justo cuando el hombre y su reno estaban a punto salir, Smaug desató una enorme llamarada para matarlos; pero ambos se las arreglaron para eludir las llamas y escapar. Smaug rugió en la dirección por donde habían huído y desaparecido, justo cuando iba a ir tras ellos… se detuvo. Sintía algo en el aire… algo diferente… ya lo había sentido antes... hace años. Miró la dirección por donde el ladrón había huido, y después a la de la extraña magia que fluía por otro camino. La curiosidad y la sospecha consiguieron dominarle, se dirigió a la salida siguiendo el rastro de magia que sentía en el aire.
Salió por la entrada asomando la cabeza. Era de noche, como él pensaba, desplegó sus alas y planeó en el aire siguiendo la magia que sentía desde la tierra… era verano, mas el aire era gélido, y seguía enfriándose; según volaba más alto, podía sentir la antinatural brisa del aire frío contra sus escamas y miró a su alrededor, sintiendo el extraño descenso de temperatura que lo rodeaba. Sí, ya había sentido esto antes, el frío fuera de estación. Si esto era obra de la que sospechaba… la ‘niña de nieve’... entonces tal vez la suerte estaba de su parte después de todo.
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Elsa iba caminando por una colina nevada, sosteniendo su mano izquierda contra su pecho sintiéndose realmente destrozada… había defraudado a su familia, a su hermana, a todo su reino. Sollozando consigo misma mientras intentaba secarse las lágrimas. De repente levantó la vista viendo algo en la siguiente colina, y sus ojos se abrieron de estupefacción… era su antiguo reino, en ruinas, cenizas y completamente quemado hasta los cimientos. ¿Habrá ocurrido después de que sus padres la trasladaran? Elsa podía recordar la maldad de aquel dragón, estaba pasando otra vez por su cabeza: el fuego, los gritos, y los rugidos. Estaba a punto pasar de largo y alejarse, muy lejos. Mas estaba agotada de tanto caminar y decidió refugiarse en su antiguo reino. También podía ver el viejo pueblo de… la Ciudad del Lago. La vieja ciudad que ella recordaba. Aquella ciudad estaba pasando tiempos difíciles desde que el dragón llegó, se culpó a sí misma por tener esta maldición, y por haber ido a la montaña hace años cuando debería haberse quedado y retenido a su hermana en el castillo.
Elsa pasó por el portón del castillo, viendo que estaba en una ruina absoluta, pudo ver las marcas de las garras del dragón, levantando la vista hacia las torres que estaban hechas pedazos y reducidas a hollín y ceniza. Caminó hacia las puertas del castillo, agarró las manijas, y tiró de ellas para abrirlas con todas sus fuerzas, pero estaban atascadas. Tiró y tiró, hasta que por fin, con un chirrido de madera y metal, abrió las puertas. Miró dentro para ver… un enorme agujero en el techo y montones de restos de madera y de piedra en medio de la sala del trono. Su aliento se estremeció al verlo todo en ruinas; lo que una vez la casa de su familia, donde pasó su infancia. Entró con sus pasos resonando por el reino desolado. Miraba a su alrededor, recordando cómo las habitaciones y las salas estaban llenas de risas, cuando ella y Anna eran niñas.
Miró por el pasillo, viendo una pequeña figura, reconociéndola como Anna… cuando tenía cinco años. Rió viendo a la pequeña Anna correr por los pasillos, cuando Elsa fue tras ella. Corría detrás de la niña, escalando pilas de escombros y moviendo tablones de madera, con tal de llegar hasta la figura fantasmal de su hermana menor. Pero se detuvo… era la puerta de su habitación. Se quedó mirándola pensando que fue más como su celda, estando aprisionada en ella, recordando a una bestia mirándola desde los acantilados, fulminándola con la mirada a través de la ventana. Agarró los pomos de la puerta con unas manos ligeramente temblorosas y las abrió rápidamente pensando que algo iba a salir expulsado. Pero… en su lugar… se encontró con una escena horrible… su habitación estaba hecha pedazos, la mitad de las paredes había sido arrancada dejando que el aire frío y la nieve entrasen en el interior, mientras que la mayor parte de la habitación estaba reducida a cenizas. Entró lentamente en su habitación viendo algunas cosas que habían quedado atrás y se habían salvado de las llamas… algunos juguetes, una sábana, y una pequeña pulsera. Miraba a su alrededor, recordando lo a salvo que estaba antes de que todo esto ocurriera. El dolor y la angustia que ella causó, el gélido miedo que ella creó. Elsa iba dándose la vuelta; pero se detuvo cuando sus ojos se cruzaron con algo y miró con horror un enorme retrato de toda su familia. Su padre, su madre, Anna, y ella misma… con marcas de garras sobre el marco dividiendo su rostro. Se cubrió la boca con ambas manos… ella sabía quién había hecho esto. Los ojos de Elsa asomaron lágrimas, pudo sentir que corría peligro mientras siguiera en este lugar maldito. Suspiraba mirando al suelo. Pero entonces, escuchó un débil crujido, y jadeó volviéndose a donde había oído el sonido. Había sido fuera, en la brecha de la pared arrancada. Caminó hacia ella lentamente según seguía observando el exterior, cautelosamente. Poco a poco fue acercándose, escuchando el debíl crujir de los suelos que se producían bajo su peso. Con cautela, se asomó hacia el exterior para ver si había algo allí… pero nada, soltó un suspiro de alivio.
- Tienes que calmarte, Elsa- se susurró a sí misma mientras caminaba de vuelta al interior de su antigua habitación.
Pero entonces de la nada, hubo un enorme ”¡WOOSH!”, con la oscuridad envolviéndola. se giró para ver una gigantesca figura, ya que su sombra se cernía sobre ella. Su rostro pasó a ser aterrado, su peor pesadilla la perseguía otra vez; dos enormes y luminosos orbes ardientes la observaban, mirándola con furia mientras se mostraba la figura un enorme dragón masivo… Smaug. Elsa intentaba respirar mientras veía al monstruo que intentó secuestrarla cuando solo era una niña.
- Hola de nuevo, ‘niña de nieve’- le sonrió maliciosamente, mostrándole sus afilados dientes.
Elsa huyó sin tener dudas, corrió por su vida de la habitación yendo por los pasillos, cuando el dragón escupió fuego, y las llamas la persiguieron. Elsa gritó al saltar fuera del camino por la otra esquina, afortunada de esquivar las llamas. Corrió tan rápido como podía buscando otros lugares para esconderse, pero escuchó el ruido de unos aleteos. Se volvió para ver a través de las ventanas que Smaug estaba volando a su lado, persiguiéndola. Siguió corriendo, huyendo por el castillo directa la sala de la corte, pero de pronto una enorme y masiva pata bloqueó su camino creando un enorme agujero en el techo. Elsa miró hacia arriba para ver a Smaug mirándola furioso, enseñando sus dientes.
- ¡¿Crees que volveré a dejarte escapar esta vez?!- gruñó salvajemente Smaug.
Elsa huyó por otro camino, corriendo hacia las puertas por la que había entrado al interior del castillo. Salió y continuó corriendo hasta que se dio la vuelta y vio a Smaug encaramado sobre las torres del castillo, con las garras de sus alas aferrándose a las torres más cercanas, y este se rió mirándola. Elsa miró con furia a Smaug, armándose de valor al saber que esta vez no huiría de él. Se quitó el otro guante, poniendo su mandíbula en determinación, mientras dejaba que el viento se lo llevara volando. Estaba dispuesta a luchar, pero Smaug solo se burló.
- ¿Crees que tu patética magia va a detenerme esta vez?- preguntó burlonamente Smaug, riendo entre dientes. - Vaya, como has crecido desde la última vez que te vi-
- ¡Esto es culpa tuya!- siseó Elsa. - ¡Tuviste que entrar en mi vida y simplemente destruirlo todo!-
- A eso me dedico, princesa- se burló Smaug. - Por si no te habías dado cuenta, soy Smaug, la más importante de las calamidades-
- Ya no soy princesa, ahora soy reina y-- se detuvo, lo había olvidado; había huido de su propio reino.
Smaug levantó una cresta del ojo, que en su caso sería una ceja ¿Si es reina, entonces por qué estaba aquí completamente sola, sin guardias, sin protección? Bueno, eso no importaba, por fin podía reclamarla, aprender sobre sus secretos y quedársela sólo para él.
- Entonces os sugiero que os entreguéis y os dirijáis hacia mi montaña, Majestad- le sonrió Smaug con arrogancia. - Y podremos olvidarnos de todo este sin sentido, ¿hmmm?-
- ¡CÓMO TE ATREVES!- gritó Elsa. - ¡¿Crees que voy a olvidar todo esto por tu egoísmo y codicia?!-
Smaug solo entrecerró los ojos y gruñó profundo en su garganta. La muchacha no iba a rendirse tan fácilmente. Alzó la cabeza manteniéndo su mirada en ella. Sus ojos se regodeaban de su superioridad, mientras la chica lo seguía mirando según este se iba alzaba, muy por encima de ella. - Entonces no me dejas más remedio que llevarte yo mismo- le replicó.
Elsa gritó lanzando de su mano una ráfaga de hielo directa a la cara del dragón. este movió la cabeza esquivándolo; pero entonces vino otra poco después, esta vez golpeándole, haciéndole perder casi el equilibrio… Smaug volvió lentamente su cabeza, sonriendo, riendo oscuramente, impresionado por su nueva fuerza. Podía sentir su poder queriendo salir, podía sentir el frío soplando entre sus ardientes e hirvientes escamas. Volvió a reírse entre dientes y se alejó de las torres, yendo hacia Elsa, mientras su vientre se iba iluminando. Elsa recordó que eso significaba de que el dragón iba a escupir fuego. Smaug respiró hondo, y Elsa creó una pared de hielo, mucho más grande y más gruesa que la primera vez que se había encontrado con él. Smaug desató su fuego, dejando que las llamas devoraran el hielo, mientras que Elsa apenas podía sentir el calor extendiéndose en el hielo. Retrocedió un poco, haciendo el hielo más grueso; pero el fuego del dragón destruyó el hielo. Elsa gruñó, irritada mientras se quitaba capa y dejaba el viento se la llevara. Creó unos carámbanos en el suelo y dio un fuerte pisotón en el suelo, haciendo que estos volaran como lanzas hacia Smaug; mas no provocaron ninguna herida en sus impenetrables y rojizas escamas. Smaug volvió lentamente su cabeza hacia ella, gruñendo, cuando de repente Elsa lanzó otra ráfaga de hielo, esta vez golpeando en su ojo derecho. Smaug rugió de dolor, sacudiendo su cabeza y girando su cuerpo, sintiendo que el dolor entraba en su cabeza mientras su cola derribaba las torres, su cuerpo derribaba los muros y castillo entero se sacudía debido a la magnitud de su fuerza. El dragón perdió el equilibrio y cayó al suelo, con los muros desmoronándose bajo su peso.
Elsa se apartó del camino, no queriendo ser golpeada por su cola. Aprovechó la oportunidad para salir corriendo. Pero Smaug vio que se estaba intentando escapar. Tenía un ojo cerrado por la lesión que le había provocado Elsa, mientras que el otro miraba con intención mortal a la chica de nieve. Smaug rugió, cacudiendo la tierra, arremetiendo su cola hacia ella. Elsa corrió por su vida, escuchando al dragón rugiendo detrás de ella, sostenién la falda de su vestido y mirando al frente para ver su camino. Pero se detuvo y jadeó al ver una enorme y rojiza cola que iba hacia ella. La cola la golpeó, lanzándola hacia la pared. Gritó al ser arrojada violentamente al aire, mas su grito fue interrumpido al golpearse la cabeza contra la pared y bajó deslizándose al suelo, inmóvil e inconsciente.
Smaug sonrió, por fin tenía su premio, por fin había reclamado lo que era suyo por derecho. Miró a la joven muchacha de nieve viendo una luz que la rodeaba: era la magia que sentía en ella. Una resplandeciente y blanquecina luz azulada, que brillaba como una almenara para todo aquel o aquello que pudiera percibirla. Se acercó a ella lentamente, oliéndola con suavidad… el olor era… diferente, había miedo, sí, pero había algo más… soledad. Nadie con quién hablar, sospechaba él, y siendo contenida en una prisión… sonrió en sus adentros. Se la llevaría a la montaña, iba a mantenerla, cuidar de ella y tal vez ella le haría compañía… eso era lo que ella quería, ¿no? ¿Poner fin a su soledad? Tal vez él le estaba haciendo un favor entonces. La cogió suavemente con sus patas traseras, levantándola del suelo y llevándola volando en dirección a la Montaña. Mas poco sabía él, que su siesta de oro saqueado pronto iba a cambiar.
Yo ya había leído esto en inglés.... y aun así chillé como una fan enloquecida cuando lo vi subido.
ResponderEliminarYo ya quiero que aparezcan los enanos de Durin en esta historia y ver el tipo de relación que tendrán con Anna.
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